lunes, 31 de diciembre de 2012

La noche de Año Nuevo en el Café

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... Pasar la noche de Año Nuevo en el café es propio de familias burguesas. También es propio de familias que, sin ser burguesas, se han quedado aquel día sin cocinera. Y también es propio de los que, no teniendo dinero, tienen crédito en un café y aprovechan el crédito para cenar bárbaramente e irse sin pagar con un gesto de hombre que no está para reparar en minucias. Al irse encienden un puro.
... Esto del puro es muy importante. No se ha dado un caso en la historia del hombre que se va sin pagar que no encienda un puro al salir; ni se ha dado el caso de que encienda el puro él mismo, sino que el hombre que se va del café sin pagar la cena de Año Nuevo llama al camarero y le dice:
... -¿Qué te debo?
... -Tanto.
... -Bueno, pues apúntamelo, y dame lumbre...
... Si dijera sólo: "Bueno, pues apúntamelo", acaso el camarero se opondría a su mutis y hasta llamase a los guardias; pero añadiendo:
... ...y dame lumbre...
el camarero sonríe y se apresura a contestar:
... -¡Con mucho gusto, don Joaquín!
... Y le enciende el puro. Y don Joaquín se va tan contento, y el camarero se queda con la cerilla en la mano.
... Un Año Nuevo en un café siempre es triste.
... Los relojes no dan la hora nunca. Los camareros dan las "medias" cada vez más de tarde en tarde, y los parroquianos se resisten a dar los "cuartos", como ya hemos visto.


Enrique Jardiel Poncela: Máximas Mínimas, 1940.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Misterios (II)

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... Hace un tiempo, cuando una persona se paraba en el oscuro frente a un espejo y repetía tres veces "Bloody Mary", recibía la visita de dicho espectro.
... Ya desde hace poco, este espectro se dio cuenta de que cada vez que lo invocaban era para satisfacer la curiosidad de jóvenes idiotas, por lo que o no acude ante dichas personas, o les muestra por el espejo escenas de "El Último Tango en París".

El Somarova

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... Aquella mujer se llamaba... ¿cómo se llamaba? No lo recuerdo; pero sí recuerdo que sus padres eran de León.
... Vestía de un modo muy elegante, y la exquisitez de sus maneras y costumbres extrañaba mucho, casi tanto como el acto de levantarse de un tranvía para cederle el asiento a uno de la soldadura autógena.
... Al verme por la calle con ella, mis amigos se apresuraban a decir que me engañaba con otro; apunto este detalle para que se den ustedes cuenta de lo hermosa que era.
... Pero no me engañaba con nadie; os lo juro.
... Lentamente, yo, que acostumbraba pisar en todos los charcos los días de lluvia, a romper la contera del bastón y hacer otras cosas de idéntico mal gusto e igual de reprobables, fui volviéndome exquisito y ultrasensible como mi amada; todas las mujeres ultrasensibles y exquisitas verifican en sus amados semejantes transformaciones.
... Al principio todo fue bien. Yo estaba muy satisfecho de mi cambio, de usar camisas de seda, de pintarme las uñas de las manos con esmalte rojo y las de los pies con esmalte azul; de dejarme caer en las butacas con una laxitud oriental, de fumar cigarrillos egipcios manufacturados en Inglaterra, de quemar sándalo en mi alcoba y de absorber bicarbonato diciendo que era cocaína.
... Pero el día en que mi amada me enseñó a beber y a preparar la bebida rusa "somarova", colmo y empíreo de la exquisitez, aquel día comenzó a iniciarse mi desventura.
... Fue en su casa, una tarde en que nos aburríamos como dos rompientes de acantilado. De pronto, mi amada se había levantado y me había dicho, entornando los ojos, según la moda de Chamonix.
... -Felipe... Voy a enseñarte a preparar el "somarova". El "somarova" es una bebida rusa...
... -¡Ah! -dije sencillamente.
... -Aprendí a hacerla el año pasado que estuve con mi abuelo pescando truchas en el Volga.
... -¿El Volga no es un volcán?
... -No. Un río.
... -¿Francés?
... -Ruso.
... -¿No pasa por París?
... -No.
... La circunstancia de que no pasase por París, cosa que hace todo el que se estima, me forzó a desdeñar un poco el Volga.
... Mi amada había empezado a preparar el "somarova" e iba dándome explicaciones.
... La operación era complicada.
... -¿Ves? -decía-. Se exprime un limón y una naranja en una jarrita de café, y se le añade azúcar; se mueve bien con una varilla de cristal y con la cucharita se retiran las pepas que hayan caído al exprimir. Se vierte en la copa de metal hielo, ron y anís, a partes iguales, y se echan en la mezcla algunos granos de menta y dos o tres frutas escarchadas. En el licor así obtenido se escancia el café y lo demás, y vuelve a removerse a conciencia. ¿Te das cuenta? Ahora se cogen guindas, se mojan en éter, y el "somarova" está dispuesto.
... -¿Y... ya?
... -Ya no falta más que beberlo.
... Efectivamente; mi amada cogió el vaso en forma de búcaro y se lo tomó todo de un golpe.
... -Pero, oye -murmuré yo-. ¿Y yo?
... -Hazte más. Ya sabes cómo se prepara...
... Cogí el limón y lo exprimí en agua; añadí éter; junté ron, frutas escarchadas, naranja y anís, eché azúcar, revolví y me lo tomé, después de comerme dos granos de menta y de mascar un trozo de hielo. Me hizo la impresión de que tomaba zotal.
... -¿No te gusta?
... Tuve el valor de no responder. Y me fui a casa.
... Pero al día siguiente ordené a mi doncella que me trajese media docena de pasteles, perejil, mostaza, goma arábiga en polvo, tomillo y yeso cocido. Agregué unos pedacitos de badana de un sombrero viejo y me encerré en mi cuarto, donde me dediqué a hacer algunas manipulaciones infernales, rellenando los pasteles.
... Entregué los pasteles rellenos a mi doncella, y ésta los llevó a casa de mi amada con una tarjeta:
... "Amada mía: Tómatelos en ayunas. Son unos pasteles llamados "ascatrocis", que aprendí a fabricar cuando estuve con mi abuelo en Madagascar injertando flautines en palmeras.
... Los "ascatrocis" son exquisitos. - Tu Felipe."
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... Mi amada murió aquella misma noche.
... Los médicos certificaron que de un derrame seroso. Pero los médicos no saben una palabra de Medicina.


Enrique Jardiel Poncela: El Libro del Convaleciente, 1938.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Misterios (I)

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... En una ruta de la región norte, cuando un automóvil pasa por determinado lugar exactamente a la medianoche, desaparece.
... Si el conductor es una mujer, aparece en el mismo lugar, a la misma hora, pero veinte años después. Su apariencia no se ve afectada por el paso del tiempo. Pero si es un hombre, no aparece nunca más.
... Las autoridades se niegan a decir el número de la ruta en cuestión.

Los crímenes del espectador: Golaud debe morir

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... En el primer intervalo me presenté en el camarín de Golaud y le dije con toda amabilidad:
... -Señor, le ruego que me escuche. Todos los espectadores estamos en favor de Peleas y Melisenda. Usted sabe mejor que yo que esos dos jóvenes han nacido el uno para el otro. Pero usted se interpone, los obliga a amarse a escondidas, los condena a un destino miserable. Al final morirán. ¿Y usted qué gana? La viudez y nuestras maldiciones.
... El imbécil balbuceó:
... -No comprendo.
... Le hablé como a un niño caprichoso:
... -No comprende. Sin embargo es fácil. Le pido que renuncie a ese abominable papel que le han asignado. ¿No percibe el vaho de odio que su presencia provoca en el público? Lo detestamos, señor, convénzase. Y amamos y compadecemos a Peleas y Melisenda. Las mujeres hasta lloran. En cuanto a sus compañeros, disimulan porque son buenos actores, pero es evidente que su madre Genoveva y el viejo Arkel desaprueban su conducta y que el pequeño Yniold le tiene miedo. Además, obligarlo a espiar, ¡qué canallada! Resumiendo: usted es el objeto de la animadversión general. ¿No preferiría, siquiera una noche, suscitar nuestro agradecimiento, toda nuestra simpatía? ¿No le gustaría, confiéselo, ver a Peleas y Melisenda cantar a pleno pulmón un dúo de amor mientras el viejo Arkel los bendice?
... Se puso de pie. Creo que temblaba.
... -Pero, ¿qué es lo que quiere de mí?
... Lo miré fijo.
... -En el próximo acto adelántese de pronto hacia las candilejas y dígale al director: "Pare la música". Imagínese la conmoción. Entonces, en ese silencio, hable. "Señoras y señores, sé que todos deseáis que Peleas y Melisenda sean felices. ¿El obstáculo soy yo? Pues bien, me hago a un lado. Adiós". Y sombrío y taciturno, pálido, envuelto en una capa negra, monte a caballo y entre el resplandor de las antorchas parta hacia la guerra, donde se dejará matar. Le prometo que sabremos apreciar su sacrificio. Lo aplaudiremos estruendosamente. Cinco o seis salidas a escena abierta. Y después que usted se haya ido, Peleas y Melisenda podrán, por fin, acostarse juntos. No los prive, siquiera una vez, de esa felicidad. No nos prive a nosotros de la satisfacción de levantarnos de nuestras butacas, no con lágrimas en los ojos, sino con una sonrisa en los labios. ¿Qué quiero de usted? Ya ve. Poca cosa. Un mutis a tiempo. En las próximas funciones podrá seguir representando su papel hasta el final, si tanto le gusta. Pero esta noche, se lo pido sólo por esta noche, váyase.
... Intentó dar un paso hacia la puerta. Yo se lo impedí.
... -Escuche, me hago cargo de sus objeciones. No acepta ser cornudo consciente. Es una razón respetabilísima. Pero considere que durante muchos años, en todos los teatros del mundo, usted demostró ser un marido puntilloso, celoso de su honor. ¿Cuántas veces mató ya a Peleas? Miles. Su reputación está a salvo. Conocemos de sobra su carácter. De manera que si en esta única función se muestra dispuesto a ceder, nadie lo acusará de complaciente. Al contrario. Entenderemos que es una tregua que nos concede a todos,  Peleas, a Melisenda, al público, a usted mismo. Un respiro, una pausa en esta historia desdichada, una cortesía. Mañana volverá a cumplir escrupulosamente sus deberes de marido. Y cuando de nuevo mate a Peleas, cuando otra vez arrastre a la pobre Melisenda a la desesperación y a la muerte, los espectadores, recordando lo de esta noche, comprenderán que usted en el fondo no quiere hacer mal a nadie, pero que se ve extorsionado, por un texto implacable, a representar este papel antipático. Ya nadie lo aborrecerá. Todo habrá cambiado. Lo miraremos con secreta piedad. Hasta es posible que las mujeres, enternecidas, también lloren por usted. ¿Qué me responde?
... El infeliz se sentó frente al espejo y empezó a retocarse el maquillaje.
... -Usted está loco -masculló-. Yo debo atenerme al libreto.
... Lo miré más de cerca y de golpe comprendí. No era sólo Golaud. Era también el barón Scarpia, Yago, Hagen, el conde de Luna, Giovanni Malatesta. Era el mismo incordio que en todas las obras se opone a los amores de los jóvenes y les arruina la felicidad. No, no lo convencería. Y aunque consiguiese esta noche apartarlo de Peleas y Melisenda reaparecería mañana junto a Tosca, a Desdémona, a Sigfrido, al Trovador y a la patética Francesca da Rímini. Debía eliminarlo de una vez y para siempre. Rápidamente, silenciosamente le clavé un puñal entre los omóplatos y me escabullí del camarín.
... Cuando, ya sentado en mi luneta, esperaba que el telón se levantase y que Peleas y Melisenda, libres de Golaud, cantasen la apoteosis de su amor, un hombre vestido de negro apareció en el escenario y anunció que la función se suspendía por enfermedad del barítono. Es inútil. La nefasta ralea de los Golaud siempre se sale con la suya.

Marco Denevi: Parque de Diversiones, 1970.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Horror Vacui

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... Gelidus ventus meum fatum ad terrae altas abyssos detulit. Nunc ab nemine consto. Nec ab deis, nec ab hominibus. Nec ab me.
... Infinitus limbus patet prae meis pedibus. Istud meum futurum est. Ista mea vita est.
... Istud meum maledictum est.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Poética

Di la verdad.
Di, al menos, tu verdad.
Y después
deja que cualquier cosa ocurra:
que te rompan la página querida,
que te tumben a pedradas la puerta,
que la gente
se amontone delante de tu cuerpo
como si fueras
un prodigio o un muerto.

Heberto Padilla.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Efímera

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... Fui condenado a nacer entre los lirios de Abril,
más allá de las volutas de agua de mar.
Una vida en la oscuridad fui obligado a llevar
ciego de luz, mudo de música celestial.
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... Un abrigo de hojas la Naturaleza me dio
y un refugio de rocas de sal;
la sabiduría de los pájaros y la persistencia del viento,
y una paz y eterna serenidad.
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... Se esforzó por rendirme un homenaje
y a mi marcha me dedicó una canción,
un recuerdo en la memoria del árbol
y una cascada que llora por mí.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Colectivos

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... Una noche, Marcos volvía cansado de trabajar. Últimamente estaba agotado en general, apático, desganado de todo. Cada vez tenía menos ganas de cumplir sus obligaciones. Creía que no tenía sentido hacerlo, ya que el mundo seguiría funcionando de una u otra manera.
... Sentado en el asiento del fondo del colectivo, Marcos trataba de sacar fuerzas de cualquier lado. No le gustaba pensar así, aunque se sintiera de esa manera. Trataba de encontrar razones, mínimas siquiera, para que su esfuerzo tuviera algún provecho. Mientras escuchaba un disco que le encantaba, se convencía de a poco de que lo que hacía era necesario, que otros también lo podían hacer, pero que ahora le tocaba a él estar en ese lugar, y tenía que ocuparlo de la mejor manera posible, y, así, quizás alguna vez alguien lo reconociera y dejara de ser alguien anónimo haciendo cualquier cosa para ser alguien que hacía algo importante. El mundo contaba con el apoyo y el respaldo de las cosas que debían ser hechas y que eran hechas, fuera quien fuese el que lo hiciera.
... Un poco más convencido, le prestó más atención al disco que escuchaba. Justo empezaba una canción que le encantaba, y que empezaba con el cantante diciendo el nombre de la pieza. Trató de pensar que el mundo era como esa grabación: siempre firme, siempre inmutable en su orden interno, se podía confiar en que funcionara siempre ya que todos cumplían sus papeles sin problemas.
... Pero de pronto algo lo desconcertó. El cantante siempre empezaba diciendo "New" y "Found" y "Land", pero esta vez no escuchó la primera palabra. ¿Podía ser que una grabación se equivocara? No, no era posible, algo así era inconcebible. Retrocedió la canción y sí, ahí estaba. "New" y "Found" y "Land", todo en su sitio, como debía ser.
... Pero cuando alguien tiene la posibilidad de corregir un error, ¿no lo hace? Seguramente que sí. ¿Eso era garantía de que se había equivocado? No necesariamente, pero podía ser. El tiempo pasa, y él se lleva toda posible demostración y/o refutación de los hechos. Y Marcos veía que el mundo seguía. Algo infalible falla, nadie se da cuenta, el mundo vive como siempre, y él solo se hace problema. Allí, en ese momento, encontró la justificación para cumplir sus obligaciones a desgano, encontró lo que necesitaba para seguir adelante aunque nadie se lo reconociera.
... Al día siguiente, luego de desayunar, Marcos se suicidó.

Una planta extraña en el jardín

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... Después de lo que hizo el tonto de Hugo, justo al día siguiente, descubrió debajo del peral una hoja tímida. Solanácea intrusa. Yuyo, hierba mora. Estuvo a punto de arrancarla pero algo lo detuvo. Alzó la mirada hacia las ramas oscuras del árbol y volvió a la casa. Desde entonces, todas las mañanas, daba un largo paseo por el jardín. Alguien tenía que ocuparse de las plantas de Hugo. Hablarles, como él lo hacía; regarlas si era necesario, acariciarlas y hacerles ver que uno estaba allí, que a falta de la presencia de Hugo había otra presencia. El paseo comenzaba frente a los esbeltos tallos de las Kentias Forsterianas, continuaba junto a las rizadas superficies de las Scolopendrium Vulgaris, hacía un alto prolongado frente a las hojas relucientes del Ficus Pandurata. Todas las plantas parecían aceptarlo; devolvían rumorosamente las palabras apenas murmuradas; fingían quizás no darse cuenta de que él no era Hugo, aunque se diferenciaban tanto, aunque Hugo era distinto y no tenía casi nunca ganas de reír ni de divertirse y se entretenía en el jardín, todo el día en el jardín, hasta que llegaba la noche y entonces sí, todo cambiaba, recibían a los amigos o se iban al teatro o al cine y después estaban juntos y pensaban que no había nada mejor, los dos para siempre y todas esas cosas. Sí, las plantas disimulaban o se resignaban. Menos la insolente que crecía debajo del peral, sin que nadie la hubiera sembrado, echando cada día un brote nuevo, replegándose cuando él estiraba la mano amenazante y volviéndose a expandir cuando se alejaba, indeciso, volviéndose dos o tres veces, anatematizándola con miradas criminales pero sin atreverse a arrancarla. Alguna vez pensó en lo que Hugo hubiera hecho con ella, pero nada podía deducirse. Hugo estaba tan cambiado en los últimos tiempos y él se sentía culpable, culpable por algo concreto, claro que sí, un desapego creciente y las fugas en el Peugeot de Gustavo hacia las playas y las noches bullangueras y escandalosas en algún party sin Hugo, con los demás, con los disfraces y la música y la risa y la vida y después el regreso y los silencios de Hugo, sus miradas tristonas, sus mudos reproches, su estúpida manera de quedarse callado con la asquerosa cursilería del primer movimiento de la Patética de Tchaikowsky y lágrimas en los ojos. Después pasó lo que pasó, y Hugo ya no estaba pero estaba el jardín, las plantas que él había cuidado tanto, con tanto amor cotidiano, gota a gota, sin desfallecimientos, con la misma perruna fidelidad que tenía en el amor y en todas las cosas. Las plantas parecían aceptar el reemplazo: él en lugar de Hugo. Salió como todos los días, preparó la manguera y los paquetes de abono. Estaba nublado. El primer indicio de guerra lo tuvo cuando lo rasguñaron las puntas afiladas del Phoenix Canariensis, el segundo cuando el habitualmente tierno Scindapsus Aureus mostró una extraordinaria aspereza, el tercero al ver que el Philodendrum Erubescens había decidido marchitarse y morir sin previo aviso.
... Fue entonces cuando buscó el cuchillo, decidido a asesinar de una vez a la intrusa que crecía solapadamente debajo del peral. Avanzó a pasos firmes, arrancó en el camino algunos inocentes brotes recién nacidos. Se detuvo finalmente debajo del peral. Del peral de Hugo. Hugo. El jardín de Hugo, las plantas de Hugo, Hugo por todas partes. Con el cuchillo empezó a excavar alrededor de la planta rebelde, maldita, instigadora de conspiraciones vegetales, Circe, yuyo de porquería. Cuando la tierra estuvo suficientemente removida, tomó las hojas con firmeza y tiró. La planta salió de raíz y dando un grito espantoso. Un grito de ultratumba. La raíz tenía exactamente la forma del blanco cuerpo de Hugo, pálido y azulado y desnudo, con el rostro abotagado y los miembros laxos, tal como lo viera aquella noche, ahorcadito a la luz de la luna, colgando de una rama del peral, con alguna gota de esperma pendiente todavía, lista para caer donde ya habían caído otras, en ese lugar donde crecería luego la mandrágora.

Eduardo Gudiño Kieffer: Fabulario, 1969.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Nocturno II

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... Al filo de la medianoche te vi,
bailando entre destellos de eterna oscuridad;
tus ojos brillaban con el reflejo de la pasión,
pasión por lo oculto e inasible.
... Te llamé: grité tu nombre
en el mudo sonido del giro estelar.
... No me escuchaste, y te perdiste:
te fuiste navegando por el aire,
por el frío aire que nos separaba,
por el cálido aire que nos mataba.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Instrucciones para barrer

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... Tome la escoba como si fuera el cuerpo de su amadx. Invítelx a danzar por la totalidad del local. Abstráigase del mundo. En ese momento son sólo ustedes dos, más la satisfacción de, finalizado el baile, sentir un bello ambiente.

Natanaella

viernes, 24 de agosto de 2012

La Venganza

A Marta Minujín
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... Planto bandera aquí, me las picardo.
Amuro este laburo que me estufa,
me tiene engayolado en una cufa
sin rejas, por chabón y por gilardo.
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... Pares de aseos o seis: nunca la empardo
en este pase inglés que ya es garufa.
¡Voy a estrolar de un saquenai la mufa
y que me chante la cadena el sardo!
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... Levanto la perdiz porque ando chivo,
porque la Vida, grébana canyengue,
me hizo los tiros y me dio el olivo.
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... ¿Que me quede en el molde y no me vengue?
¡Peor venganza es engrupir que vivo
y usar la muerte como se usa un lengue!

Daniel Giribaldi: Sonetos Mugres, 1968.

lunes, 9 de julio de 2012

domingo, 8 de julio de 2012

Trillones

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... Trillones de hombres sin amor, de círculos en un organismo, de inscripciones y estigmas, de relámpagos, de lágrimas sin piedad.
... Trillones de hermanitos sin nombre, de tristeza y de albahaca.
... Trillones de sobrevivientes de nada, de vidas rotas buscando una nueva, de despachantes de aduanas, de huesos en desiertos grises.
... Es la imagen de una plantita con una flor roja en una ventana en una película polaca en blanco y negro que resiste las dictaduras y el frío.
... Trillones de lunas, de empleados de migraciones, de fantasmas feroces de hotel de inmigrantes, de palabras de Peter Handke que nos dice que hay que ver claro, de vaivenes y retiradas.
... Así el sueño, un abrazo tierno en una bailanta, una cena con mil cubiertos.
... Trillones de máscaras en ningún carnaval.


Carlos Rodríguez Arias , editorial del periódico "La Página de San Telmo", junio de 2012.

sábado, 7 de julio de 2012

Ropa usada

Un hombre entra a la tienda. La chaqueta de cuero, gastada, sucia, atrapa su mirada de inmediato. La dependienta musita un precio ridículo, como si quisiera regalársela. Solo porque tiene un orificio justo en el corazón. Solo porque tras el cuero, el chiporro blanco tiene una mancha rojiza que ningún detergente ha podido sacar. El hombre sale feliz a la calle.
A pocos pasos, unos hombres enmascarados disparando desde un callejón. Una bala hace un giro en ciento ochenta grados de su destino original. Se diría que la bala tiene memoria. Se desvía y avanza, gozosa, hasta la chaqueta. Ingresa, conocedora, en el orificio. El hombre congela la sonrisa ante el impacto.
La dependienta, corre a desvestirlo y a colgar nuevamente la chaqueta en el perchero. Lima sus uñas distraída, aguardando.

Pía Barros.

jueves, 28 de junio de 2012

Decisión

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... ¿Qué decir
cuando el silencio te rodea,
cuando la belleza se abre
delante de ti?
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... ¿Qué callar
cuando los secretos afloran,
cuando las palabras surgen
dentro de ti?

sábado, 9 de junio de 2012

La Chica Vudú.









Su piel es de tela blanca,
un remiendo de recortes.
Y en su corazón se ensartan
alfileres de colores.

Por ojos un par de discos
rayados en espiral
que emplea en hipnotizar
a una multitud de chicos.

Mantiene en trance profundo
a un ejército de zombies.
Entre ellos incluso hay uno
que es nativo de Donosti.

Mas también sobre ella pesa
una horrible maldición
pues cuando alguien se le acerca
demasiado, es un punzón
cada aguja que se entierra
más hondo en su corazón.





(Tim Burton, en La melancólica muerte del chico ostra.)

lunes, 4 de junio de 2012

Mensaje hallado sobre un escritorio

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... Como un viajero que arriba,
luego de largo y penoso viaje
a costas desconocidas y hostiles,
hoy llego a aqueste puerto,
luego de haber tenido que sortear
grandes y titánicas penurias,
sólo para decirte a ti,
sorprendida y fiel lectora,
que aquí te dejo las llaves.

sábado, 2 de junio de 2012

13

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... ¡Amor!, gritó el loro.
(Nadie le contestó de un chopo a otro).
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... ¡Amor, amor mío!
(Silencio de pino a pino).
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... ¡Amooor!
(Tampoco el río le oyó).
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... ¡Me muero!
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... (Ni el chopo,
ni el pino,
ni el río
fueron a su entierro).


Rafael Alberti: Entre el Clavel y la Espada, 1940.

martes, 15 de mayo de 2012

Elogio de la instrucción

Aprende lo más simple.

¡Para aquellos cuyo tiempo llegó,
Nunca es demasiado tarde!
Aprende el A, B, C.
No basta, pero¡Apréndelo!
No te desanimes,¡Comienza!
¡Debes saberlo todo!
Debes asumir la conducción.

¡Aprende, hombre que estás en el asilo!
¡Aprende hombre que estás en la prisión!
¡Aprende mujer que estás en la cocina!
¡Aprende sexagenaria!
Debes asumir la conducción.

¡Concurre a la escuela, hombre sin techo.
Busca el calor del saber, tú que tienes frío!
Hambriento, toma el libro: es un arma.
Debes asumir la conducción.

¡No temas preguntar, camarada!
No te dejes engañar.
¡Averígualo todo!
Lo que no sabes por ti mismo, No lo sabes.
Revisa la cuenta,Tú debes pagarla.
Pon el dedo sobre cada cifra,
Pregunta:¿por qué está aquí?
Debes asumir la conducción.

Bertol Brecht.

martes, 8 de mayo de 2012

8

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Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
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Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
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Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana.
Se equivocaba.
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Que las estrellas, rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
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Que tu falda era su blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
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(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama).

Rafael Alberti: Entre el Clavel y la Espada, 1940

viernes, 27 de abril de 2012

El Árbol (IV)

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... Tenían muchos libros. La biblioteca de su cuarto (porque los mellizos dormían en la misma habitación) estaba llena, y eran ellos los encargados de mantenerla limpia y ordenada, ya que su padre había renunciado a esa tarea titánica. Así que renunció a la posibilidad de prever lo que sucedería.
... Al principio tenían uno de ese tipo. Lo compraron por curiosidad, más que nada. Se encontraba perdido entre unas cajas polvorientas de la única librería del pueblo, y el viejo que la atendía se los había regalado, prácticamente. Ese hombre ni siquiera sabía el valor que tenían los ejemplares que vendía.
... Se divirtieron con él, hasta que vieron que lo que hacían daba resultado. Entonces, poco a poco, la sección de ocultismo en su biblioteca fue creciendo con ejemplares cada vez más complejos y más peligrosos, que conseguían gracias a las personas que fueron conociendo en sus búsquedas.
... A la edad de diecisiete años ya eran expertos en la materia, aunque lo mantenían en secreto por su seguridad y la de su padre. Ya tenían una gran colección de libros y elementos para realizar los conjuros, y a veces incluso escribían sus propios hechizos. Pero según sus investigaciones, aún les faltaba un libro. Uno solo.
... El más poderoso.

viernes, 20 de abril de 2012

Búsqueda

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... Oscura viene la noche,
en oleadas de niebla volcánica.
¿Dónde estás?
Dime, ¿dónde estás?
No te veo,
no te siento,
te extraño,
temo por ti.
... Más allá del umbral silente,
más allá de la claridad menguante,
¿hay alguien?
¿hay algo?

El Árbol (III)

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... Se había mudado a ese lugar cuando tenía veintiocho años. Al año ya estaba casado, y al siguiente ya tenía mellizos: un niño y una niña.
... Eran la luz de sus ojos. Se desvivía por verlos felices, y siempre les daba lo que le pedían. A pesar de ello, nunca fueron malcriados; siempre fueron obedientes y respetuosos. Por eso nunca se esperó que pasara lo que finalmente sucedió, en aquella tormentosa medianoche de mediados de junio, el día que los mellizos cumplían dieciocho años.

miércoles, 18 de abril de 2012

Fénix

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... Me enredo;
en la brisa nocturna
me pierdo.
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... Clamando;
a través del bosque
en silencio.
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... Así es como muero.

Cuadro

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... Atrapa el violeta de mis ojos
y ponlo en tu memoria frágil;
divaga en las calles oscuras
y encuéntrate en la fuente escondida.
... Verás que todo es efímero,
que sólo tú existes
al lado mío.

sábado, 24 de marzo de 2012

Cell (Fragmento)

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... -Es el vestido más bonito que he visto en mi vida -aseguró a las cinco menos veinte.
... Los demás se habían reunido a su alrededor; Clay había dicho que creía que se acercaba el fin.
... -¿De qué color es, Alice? -preguntó Clay sin esperar respuesta.
... -Verde -lo sorprendió ella.
... -¿Para qué te lo pondrás?
... -Las señoras vienen a la mesa -repuso Alice.
... Su mano seguía oprimiendo la zapatilla, pero cada vez más despacio. La sangre de la herida se había secado hasta adquirir una suerte de brillo esmaltado.
... -Las señoras vienen a la mesa, las señoras vienen a la mesa. El señor Ricardi se queda en su puesto, y las señoras vienen a la mesa.
... -Exacto, cariño -musitó Tom-. El señor Ricardi se quedó en su puesto, ¿verdad?
... -Las señoras vienen a la mesa.
... El ojo de Alice se volvió hacia Clay, y por segunda vez habló con la otra voz, la que Clay había oído brotar de su propia boca.
... -Tu hijo está con nosotros -fueron las únicas cinco palabras que pronunció.
... -Mientes -siseó Clay con los puños apretados por el esfuerzo de no pegar a la joven moribunda-. Mientes, hijo de puta.
... -Las señoras vienen a la mesa, y tomamos el té -dijo Alice.


Stephen King: Cell, 2005

viernes, 23 de marzo de 2012

El Árbol (II)

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... La casa se alzaba al fondo de la calle. Era la última de la fila, y estaba en un terreno demasiado grande como para poder ser mantenido por su único habitante, un hombre de setenta y siete largos años. Si bien no los aparentaba, era innegable que había vivido demasiadas situaciones (buenas y malas) como para mantenerse en perfecto estado.
... El terreno estaba limitado por un denso cerco de ligustros de un metro y medio de alto por treinta y cinco centímetros de ancho. Su follaje era de un profundo color verde esmeralda, pero era lo único que se mantenía bien allí. El resto del "jardín" (si se lo podía llamar así) estaba lleno de arbustos más muertos que vivos. La única elevación natural allí era un árbol de tres metros de alto y abundantes ramas laterales que crecía en el lado noreste de la casa. Pese al extraño hábito del árbol de curvar sus ramas hacia arriba, al anciano le gustaba, ya que resguardaba la casa y la mantenía fresca por la mañana.
... Pero también quería al árbol por otra razón. Por algo que éste guardaba, por algo que tenía abajo.
... Por algo de lo que se alimentaba.

jueves, 22 de marzo de 2012

Pórtico de Melpómene

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... Melpómene, la musa de la tragedia viene...
-¡Oh! Y esta noche el viento no sé qué ritmo tiene
solemne, doloroso... No sé qué notas huecas,
bajo el marchito bosque, sobre las hojas secas,
junto a las muertas aguas...
....................................... -Melpómene, ¿qué es esto?
Hoy tienes, más que nunca, desencajado el gesto,
frías las manos; frías como el mármol, frías
como de muerta... Cuenta qué ha sido de tus días;
cuenta por qué escondidas cavilaciones viejas
te ahonda las miradas el arco de las cejas.
Tiemblan tus senos. Cuenta por qué tiemblan tus senos
y aduérmeme sobre ellos, como a los niños buenos...
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... Estás terrible. Vierten tus pestañas severas
un tinte de violetas de invierno en tus ojeras,
y como de rosas manto de oro, tus mejillas
se alargan ovaladas, fragantes y amarillas...
Tus ojos se me antojan más negros que otras veces.
La solitaria esfinge de un páramo pareces.
¿Qué tienen tus pupilas? Hoy noto que están ellas
muchísimo más tristes que todas las estrellas.
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... Melpómene: me acuerdo de aquella cacería...
El bosque a media noche, y la mujer que huía...
Yo en pos, con ambos brazos hambrientos extendidos,
allá por los más agrios senderos escondidos;
y ella adelante siempre, jadeando de congojas,
mientras su fuga hacía crujir las muertas hojas.
¿Recuerdas? A la lumbre lunar, apenas era
como un fantasma aquella mujer de mi quimera,
que yo amaba y odiaba desesperadamente.
Después, junto a la margen sonora de una fuente,
cayó... ¡Caíste! ¡Puesto que eras tú misma! Estabas
pálida como ahora... Temblabas... ¡Oh, temblabas
como ahora!... Caíste vencida, agonizante...
Y yo rodé por tierra, desmelenado, hipante,
y comencé a besarte, y comencé a morderte,
¡como quien va a matarte, por fin, o a poseerte!...
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... Después fuiste mi sombra de mala agorería...
un lamento que pasa... una traición que espía...
un poco de crespones y de ceniza; un poco...
de miedo, de vergüenza, de pensamiento loco...
vientre preñado... boca de antojo y de lascivia...
beso que no se cumple... rencor que no se entibia...
visión de desvarío, de ensueño y de pecado...
¡Antes de que te toque, ya sé que me has manchado!
Un eco en una tumba: Eso es lo que tú eres.
¡Pero por eso mismo me buscas y me quieres!
¡Pero por eso mismo, de par en par abiertas,
están para tu paso mis consagradas puertas;
y en toda noche infame, con un amor mendigo,
en tálamos monstruosos te acostarás conmigo!
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... Es raro tu destino, trágica musa. pero...
Zeus lo manda. Zeus ha dicho: Así lo quiero.
Son para las aras en que doblega el toro
los coronados cuernos mientras salmodia el coro.
Es tuya aquella estatua que con un signo hace
guardar silencio, ante esa tumba en que un hombre yace.
Es tuyo, en el propíleo cada agrietado plinto;
tuyas las sepulcrales calles del laberinto.
Es tuya esa ondulante víbora que discurre,
por tanto sacro mármol por donde a dormir se escurre.
Es tuyo el eco vano; tuya la piedra rota;
tuya esa inútil agua que entre las ruinas brota;
tuyo el intercolumnio del templo derruido,
en medio de este inmenso silencio del olvido;
tuyo el carcaj que brilla con lámina siniestra;
tuyo el ensangrentado puñal de Clitemnestra;
tuya la eterna Roma que se enrojece y arde;
tuya Pompeya a solas con el sol de la tarde...
tuya la noche, tuya la sombra, hebra por hebra,
la urna que se rompe, la losa que se quiebra;
tuyo el Sit, tibi, levis y el Requiescat in pace,
y tuya toda cosa que en polvo se deshace.
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... Eres sacerdotisa de todos los que gimen:
esfinge del misterio y oráculo del crimen.
Pero sin la tragedia, sin la llaga y la herida,
sería algún suceso muy mísero a la vida.
Se ha menester el puño crispado de amargura,
y el hacha que destroza de un golpe la armadura.
Ha menester la tierra, de la sentencia inscripta
con sangre sobre el mármol funeral de una cripta.
Los campos se avergüenzan de las vitales mieses:
Ellos quisieran bosques profundos de cipreses.
¡Yo te declaro eterna, Melpómene enemiga,
Melpómene traidora, Melpómene mendiga!
Cae en mis brazos, musa; sobre mis brazos cae...
Tu llanto me refresca; tu infamia me distrae...
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... Ayer, cuando tornaba el camposanto ¡oh musa!
con la cabeza baja, con la razón confusa,
y con los ojos llenos de lágrimas, estaba
junto a mi umbral, la Muerte.
....................................... Me dijo: -Te esperaba.
Se deslizó conmigo por el zaguán oscuro,
palpando como una ebria los zócalos del muro.
Cogióme de la mano. me estremecí de frío.
Abrimos las dos puertas de un gran salón vacío.
-No, no es aquí; sigamos...
....................................... Seguimos poco a poco,
abriendo puertas, puertas...
....................................... ¡Y no era allí tampoco!
Atravesamos juntos el patio. Anduvo... anduvo...
Iba... tornaba... iba... tornaba... Se detuvo.
Era la alcoba en donde mi madre balbucía
las tristes oraciones de la viudez sombría.
Entre sus nobles manos brillaba el crucifijo.
La Muerte, en una mueca letal:
....................................... -Aquí es, me dijo.
-¡No! ¡No entres! clamaba mi súplica. ¡No entres!
¡Ciega te vuelva el Cielo para que no la encuentres!
¡Y mi rencor te muerda! ¡Y mi dolor te ladre!
-Pero ella entró, y ahora yo ya no tengo madre...
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... deja que llore, deja correr mi amargo lloro.
Unos tenemos llanto, como otros tienen oro...
Ayer, cuando mi madre finó su trayectoria,
cantaban las campanas del Sábado de gloria.
Ayer, cuando mi padre se ahogaba de agonía,
cascabeleaba el mundo y el carnaval reía.
Ahora, cuando añoro su amor y los bendigo,
profano mis recuerdos al trasnochar contigo.
Deja que llore; deja correr mi amargo lloro.
Unos tenemos llanto como otros tienen oro.
Pero lo mismo es todo. Reír... llorar... ¡Lo mismo!
Somos un río negro rodando hacia un abismo.
La diferencia es pobre. La diferencia es leve:
Una onda lleva espuma y otra onda lleva nieve.
Ved la verdad.
....................................... Yo mismo tuve una edad florida;
desparramé las horas; desperdicié mi vida.
Fui llama, y al ser llama fui crédulo y fui ciego,
porque ignoré que el humo es la vejez del fuego.
¿No adviertes mi humareda? Me quemo y me consumo.
¡Que nunca sea fuego quien tiemble de ser humo!
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... Y ahora, musa, canta lo que los dos sufrimos...
Alza tu voz sincera con que a sentir coadyuvas.
Las vides de mi verso se cargan de racimos:
¡Que sople un viento fuerte que haga caer las uvas!


Arturo Capdevila: Melpómene, 1912

lunes, 19 de marzo de 2012

El Árbol (I)

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... Crecía lentamente, pero de forma sostenida. Verano a verano, se notaba un incremento en su altura. Poco, es verdad, pero evidente.
... Hasta que llegó a los tres metros de altura. Luego se detuvo. Se detuvo a lo alto, porque había comenzado a desarrollarse horizontalmente.
... Parecía un adolescente. Alto, delgado, desgarbado. Poco a poco iba adquiriendo forma adulta. Si bien tres metros era poca altura para ese tipo de árbol, estaba bastante bien, teniendo en cuenta que estaba rodeado sólo por matas de arbustos rastreros.
... Lo que no estaba bien era la longitud de las ramas.
... Al principio no se notó, pero, luego de varios años, éstas alcanzaron un largo inusitado. Eran extremadamente largas y extremadamente delgadas. Aunque lo peor era que no sólo no se doblaban por su propio peso, sino que encima crecían curvadas hacia arriba. Como si rogaran a alguien, como si le rezaran a la luna.
... Como si quisieran atraparla entre sus ramas.

viernes, 16 de marzo de 2012

Examen

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... Al ingresar a su oficina le sorprendió encontrar a su secretaria con el vestido de su mujer. Era una prenda única, hecha a medida por una modista, de lino egipcio tostado con ribetes en rojo oscuro.
... -Eh, hola, Lucrezia -dijo, estupefacto-. Lindo vestido.
... -¿Le gusta? -contestó ella, halagada-. Es nuevo, me lo regaló una amiga.
... ("¿Una amiga?", pensó él, "Si no la conoce a mi mujer...")
... -Veo que tiene tan buen gusto como usted -dijo, perplejo, disimulando su turbación-.
... -Ay, bueno, gracias -respondió ella-. ¡Mire, ya me hizo poner colorada! -dijo, al tiempo que giraba para retirarse.
... Había una mancha de sangre en el vestido. Unas gotas, justo a la altura del muslo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

La otra espada

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... Recuérdale la angustia en el pasado
de su sombra. Consuela una honda herida
como Judas besó a quien le dio vida
y dile que su Itaca lo ha olvidado.
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... Cosecha su crueldad; verás vergüenza.
Refleja el claro espejo en la oscura alma.
Como un Dios, abandónalo con calma.
Se niega. Se retuerce. Así comienza.
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... Si en Él se miente, nombra la serpiente
seseante de Inquisición asesina.
Las astucias de Ulises son resina
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... inútil. Sin violencia. Con paciente
labio por el costado. Con un nombre
no olvidado. Así se derrota a un hombre.


Nicolás Ferraiolo

lunes, 27 de febrero de 2012

La historia de Lisey (Fragmento)

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El sentimiento que se apodera de ella..., de Lisey, la práctica, la que siempre conserva la calma (salvo quizá el día en que se ve obligada a blandir la espada de plata, e incluso ese día, intenta convencerse a sí misma, estuvo estupenda), de la pequeña Lisey, que no pierde los papeles cuando todos los demás sí los pierden..., el sentimiento que se apodera de ella es una suerte de furia inflamada y constante, una furia divina que parece empujar a un lado su mente y adueñarse de su cuerpo. No obstante, y no sabe si se trata de una paradoja o no, esa furia también da la impresión de aclararle las ideas, debe de ser eso, porque de repente lo entiende. Dos años es mucho tiempo, pero por fin se le enciende la bombilla. Lo pilla todo. Ve la luz.
... Ha estirado la pata, como suele decirse. (¿Te gusta?)
... Se ha ido al otro barrio. (¿No te encanta?)
... Está criando malvas. (Una que pesqué en el lago al que todos vamos a beber y pescar.)
... Y si lo reduces a la esencia, ¿qué te queda? Bueno, pues que la ha dejado tirada. Se ha ido por patas. Se ha largado a la francesa. Se ha esfumado como por arte de magia. Ha dejado a la mujer que lo quería con cada fibra de su cuerpo y cada célula de su cerebro no tan inteligente, y lo único que le queda ahora a ella es esta... mierda de... puñetera... carcasa.
... Y se rompe. Lisey se rompe. Mientras entra como una exhalación en su estúpido rincón de los recuerdos, le parece oírle decir PPCCN, babyluv. Ponte las Pilas Cuando lo Consideres Necesario, pero las palabras se pierden, y Lisey empieza a arrancar placas, fotografías y menciones enmarcadas de las paredes. Coge el busto de Lovecraft que el jurado del Premio de Novela Fantástica le entregó por Demonios vacíos, aquel libro espantoso, y lo arroja a la otra punta del estudio.
... -Jódete, Scott, ¡jódete!
... Es una de las pocas veces que ha utilizado esta palabra de forma tan descarnada desde que Scott atravesó el vidrio del invernadero con la mano, la noche de la dáliva sangrienta. Aquel día estaba furiosa con él, pero nunca había estado tan furiosa con él como ahora; si estuviera aquí, quizá lo volvería a matar. Está hecha un basilisco y arranca todas aquellas manifestaciones de vanidad fútil hasta dejar las paredes desnudas (pocas de las cosas que tira al suelo se rompen, gracias a la mullida moqueta..., menos mal, pensará más tarde, tras recuperar la cordura). Mientras gira y gira sobre sí misma, convertida en un tornado, grita su nombre una y otra vez, grita Scott y Scott y Scott, grita de dolor, de pérdida, grita para hacer que vuelva, que vuelva, por favor. Nada de todo sigue igual, nada es igual sin él, le odia, le echa de menos, hay un agujero enorme en ella, un viento más frío que el que soplaba desde Yellowknife sopla ahora a través de ella, el mundo está tan vacío y tan desprovisto de amor que no hay nadie en él para gritar tu nombre y traerte de vuelta a casa. Por fin coge la pantalla del ordenador instalado en el rincón de los recuerdos, y su espalda emite un crujido de advertencia cuando lo levanta, pero a hacer puñetas su espalda, las paredes desnudas se mofan de ella, y ella está furiosa. Se da la vuelta torpemente con la pantalla en las manos y la arroja contra la pared. Se oye un golpe hueco, ¡PUUUMP!, y de repente se hace el silencio.
... No, fuera cantan los grillos.
... Lisey se desploma sobre la moqueta salpicada de recuerdos, sollozando. ¿Y consigue que vuelva? ¿Consigue traerlo de regreso a su vida mediante la fuerza de su dolor transformado ahora en furia? ¿Ha vuelto Scott como agua por una tubería largo tiempo vacía? Lisey cree que la respuesta a estas preguntas es


Stephen King: La historia de Lisey, 2005.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Nocturno

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Ecléctica luz de manantial,
pilares egregios de agua celestial
donde brilla el cieno de todos los aires,
quiero beber hasta tu último suspiro.
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Dame más.
Dame más.
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Con palabras lléname
hasta saciar al mundo;
.
lléname
de y de tus lágrimas.
.
Así...
Así...

lunes, 6 de febrero de 2012

En el tren

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Cuando duermes
el mundo se mueve
dejando el pasado atrás
como un signo de rebeldía
ante lo que quizás
nunca
............. pero nunca
quisimos ser.
Podría ser que esta noche
estrellada
.................... serena
................................... incólume
sirviera para cambiar
algo
......... un poco
.......................... sólo
un poco de lo que sentimos
que no debió ser.
Mira los asientos
pero míralos
........................ bien
.................................. a cada uno
¿Duermen?
....................... ¿Sueñan?
.......................................... ¿Mueren
lentamente
...................... sin saberlo
de a poco?
¿Y quién va a decirles
a advertirles
...................................................... que se cuiden
........................... que observen
con atención
.......................... lo que tienen
.................................................... y lo que no?
¿Vos?
.................................................................¿Yo?
.........................¿Alguien?
Cuando llegue el momento
nadie
........... pero nadie
se atreverá,
y así viajamos
ignorantes
..................... serenos
...................................... incólumes
en un tren
suspendido de la nada
viajando a la nada
con una
................ última
............................. parada
.... desconocida
en medio de
........................ la nada.

domingo, 5 de febrero de 2012

Control de la ira

¡Mueran, malditos antipoetas! ¡Mueran!

sábado, 21 de enero de 2012

Acuario

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... ¿Puede ser que mi pasado me siga atormentando? ¿Puede ser que el lastre de mi vida anterior a esta fecha me arrastre y me quiera ahogar en un mar de mierda? ¿Puede ser que sigan jodiendo después de todo lo que pasó? ¿No fui claro, acaso, con mi despedida en el mes anterior? Parece que no, y esto refuerza mi teoría de que acá son todos unos energúmenos que no son capaces de planificar un futuro no muy lejano.
... Hay astrólogos para elegir a cuatro manos, gente desempleada que tomaría gustosa este trabajo para hacerles un favor, pero no, nadie se molestó en buscar a alguien y ahora tengo que hacer esta participación especial (y ahora sí que es la última vez que lo hago) y salvarles las papas del fuego para que no se terminen de hundir en la nada y el olvido. Pero esta vez tomé mis recaudos: les hice escribir un contrato en el que se especificaba que es mi último aporte a esta publicación del orto, y cuánto me van a pagar por esto. Así que esta vez todo terminará bien, por lo que:
... Los nacidos en este signo son muy independientes, pero también muy comunicativos. El arroyo de agua que cae de las vasijas del Aguador es una metáfora del fluir de las ideas de los Acuarianos, por lo que son personas muy creativas y productivas.
... Se asocia este signo (fijo) con el planeta Urano (relacionado con el cambio radical), demostrando la gran inteligencia y lógica de los grandes astrólogos de la antigüedad.
... Debido a la comunicatividad propia del signo, a la innovación y progresivismo que encarna el planeta Urano, y al glifo que lo representa, que parece una antena de televisión ( y disculpen ustedes, pero esta última razón me parece de lo más pelotuda), se asocia a los Acuarianos con las tecnologías y el avance tecnológico. Aunque no sé por qué usted no puede cambiar un simple enchufe sin que estalle toda la instalación eléctrica de su casa.
... OCUPACIONES Y NEGOCIOS: Crisis. Deberá dejar de lado sus ideales si quiere sobrevivir en el mundo. El trabajo que le ofrecen en la oficina es muy tentador, rentable y conveniente a su situación actual, no como su presente ocupación de escritor de poesía que no lee nadie.
... AMOR: Atadura. Es lo que va a tener que hacer si quiere que alguien le dé bola. Si quiere, tengo una excelente bruja para recomendarle.
... SALUD: Accidente. Tenga cuidado, de ahora en adelante. Es muy probable que, en cualquier momento, su equipo de música tome venganza por todas las veces que usted le pegó para que funcionara bien y le arroje, cual escupida de músico, los cinco CD'S que carga en su bandeja. Aprenda a agacharse a tiempo.
... SORPRESA: Será secuestrado por un OVNI. Deje la bebida ahora o nadie le creerá después.
... METAL: -Eh, ¿sí? ¿En qué lo puedo ayudar?
... -¿Usted es el astrólogo de esta publicación?
... -Sí. ¿Hay algún problema?
... -Podría ser. Queda arrestado.
... -¿Qué? ¿Por qué?
... -Por evasión impositiva y malversación de fondos.
... -¿Lo qué? Espere un momento, no puede ser, si yo no administro nada, ni siquiera tengo casa, vivo con mi madre, y...
... -¿Ésta es su firma?
... -A ver... Sí, es mi firma, pero yo no firmé esto...
... -¿Y por qué está su firma aquí, entonces?
... -No sé, alguien la habrá falsificado...
... -Bueno, pero mientras tanto tendrá que acompañarme para aclarar muchas cosas, señor.
... -¿Qué?
... -Oficial, espóselo.
... -No, suélteme, usted no puede, no...
... -Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede y será usado en su contra ante el tribunal. Tiene derecho a un abogado; si no puede pagarlo, el estado le proveerá uno. ¿Entendió?
... -Sí, sí. ¿Y ustedes qué carajo miran, pelotudos?
... -Señor...
... -¡Dejen de hablar por lo bajo! ¡Ya van a ver quién va a reír último!
... -Señor, le voy a tener que pedir que...
... -¿Y vos, Cabrales? ¿De qué mierda te reís?
... -Señor, va a tener que hacer silencio.
... -¡Ah! Ya entiendo todo. ¡Esto es cosa tuya! ¿No, Cabrales? ¡Tenés que ser vos! ¡No te bancás que alguien sea honesto y diga la verdad! ¡Pedazo de forro barato, mierda con patas, infradotado! ¡Ya vas a ver cuando salga! ¡Te voy a matar con mis propias manos, ya vas a ver!
... -Señor, temo que esa amenaza constará en el expediente.
... -¡Me chupa tres huevos tu expediente, pelotudo! Soltame antes de que me la agarre con vos también. ¡Y vos, dejá de reírte, la reconcha de tu putísima madre!
... -Oficial, hágalo callar.
... -¡No te atrevas, hijo de puta! ¡Nadie me puede callar! ¡Yo soy la voz del Pueblo, y Él responderá por mí! ¡YO SO

sábado, 7 de enero de 2012

De los muchachos que por entonces conocí en las montañas, ¿quién queda vivo?

4.
Conversación que no sé si escuché o imaginé en aquellos días:
-Una revolución de mar a mar. Todito el país alzado. Y lo pienso ver con estos mis ojos…
-¿Y se cambiará todo, todo?
-Hasta las raíces.
-¿Y ya no habrá que vender los brazos por nada?
-Ni modo, pues.
-¿Ni aguantar que lo traten a uno como bestia?
-Nadie será dueño de nadie.
-¿Y los ricos?
-No habrá más ricos.
-¿Y quién nos va a pagar a los pobres, entonces, las cosechas?
-Es que tampoco habrá pobres. ¿No ves?
-Ni ricos ni pobres.
-Ni pobres ni ricos.
-Pero entonces, se va a quedar sin gente Guatemala. Porque aquí, sabés vos, que el que no es rico, es pobre.

En Días y noches de amor y de guerra, Eduardo Galeano (1975).