lunes, 2 de diciembre de 2013

La luz del mundo (fragmento)

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... -Deberías haberte casado con él -dijo el cocinero.
... Le habría perjudicado profesionalmente -dijo la rubia oxigenada-. Habría sido una rémora para él. Lo que necesitaba no era una esposa. Dios mío, menudo hombre era.
... -Esa es una buena manera de verlo -dijo el cocinero-. ¿No le noqueó Jack Johnson?
... -Eso fue trampa -dijo la rubia oxigenada-. Ese negrazo lo pilló por sorpresa. Acababa de tumbar a Jack Johnson, ese negro cabrón. El negro le ganó de chiripa.
... Se abrió la ventanilla del despacho de billetes y los tres indios se acercaron.
... -Steve lo tumbó -dijo la oxigenada-. Se volvió hacia mí y me sonrió.
... -Creí que dijiste que no habías ido a la costa -dijo alguien.
... -Fui para esa pelea. Steve se volvió hacia mí y me sonrió y ese negro hijo de puta del infierno dio un salto y le pegó por sorpresa. Steve podía darles una paliza a cien como ese cabrón.
... -Era un gran boxeador -dijo el leñador.
... -Por Dios si lo era -dijo la oxigenada-. Por Dios que ahora ya no hay boxeadores como él. Era un Dios, ya lo creo. Tan honesto y limpio y guapo y tan elegante y tan rápido como un tigre o como un trueno.
... -Lo vi en la película de la pelea -dijo Tom. Todos estábamos muy conmovidos. Alice se estremecía de pies a cabeza y la miré y vi que estaba llorando. Los indios habían salido al andén.
... -Para mí significaba más de lo que habría significado cualquier marido -dijo la oxigenada-. Estuvimos casados a los ojos de Dios y le pertenezco ahora y siempre le perteneceré y todo mi ser es suyo. No me importa mi cuerpo. Se lo pueden llevar. Mi alma pertenece a Steve Ketchel. Dios, menudo hombre era.
... Todo el mundo se sentía fatal. Era algo triste y embarazoso. Entonces Alice, que seguía estremeciéndose, habló:
... -Eres una maldita mentirosa -dijo con aquella voz grave-. Nunca te follaste a Steve Ketchel en tu vida y lo sabes.
... -¿Cómo puedes decir eso? -dijo orgullosa la oxigenada.
... -Lo digo porque es cierto -dijo Alice-. De los que estamos aquí soy la única que conoció a Steve Ketchel, y soy de Mancelona y le conocí y es cierto y tú sabes que es cierto y que Dios me fulmine aquí mismo si no es verdad.
... -Que me fulmine a mí también -dijo la oxigenada.
... -Es verdad, verdad, verdad, y tú lo sabes. No me lo invento y sé exactamente lo que me dijo.
... -¿Y qué te dijo? -preguntó la oxigenada, con suficiencia.
... Alice estaba llorando, y apenas podía hablar de lo mucho que se estremecía.
... -Me dijo: "Eres un bombón, Alice". Eso es lo que me dijo.
... -Eso es mentira -dijo la oxigenada.
... -Es verdad -dijo Alice-. Eso es lo que me dijo de verdad.
... -Es mentira -dijo orgullosa la oxigenada.
... -No, es verdad, verdad, verdad, lo juro por Jesús y María.
... -Steve no pudo haberte dicho eso. No era su manera de hablar -dijo la oxigenada muy satisfecha.
... -Es verdad -dijo Alice con su bonita voz-. Y tanto da que lo creas como que no. -Ya no lloraba, y estaba serena.
... -Es imposible que Steve dijera eso -afirmó la oxigenada.
... -Lo dijo -exclamó Alice, y sonrió-. Y recuerdo que cuando lo dijo yo sí era un bombón, y ahora sigo siendo más bombón que tú, vieja botella de agua caliente reseca.
... -A mí no puedes insultarme -dijo la oxigenada-. Montaña de pus. Tengo mis recuerdos.
... -No-dijo Alice con su dulce y preciosa voz-, tú no tienes ningún recuerdo auténtico, excepto cuando te quitaron las trompas y empezaste a tomar morfina y cocaína. Todo lo demás lo has leído en los periódicos. Yo estoy limpia y tú lo sabes y gusto a los hombres, aunque sea grande, y lo sabes, y nunca he dicho una mentira y lo sabes.
... -Déjame con mis recuerdos -dijo la oxigenada-. Con mis recuerdos auténticos y maravillosos.
... Alice se la quedó mirando, y luego a nosotros, y su cara perdió esa expresión afligida y sonrió y su cara fue la más hermosa que yo había visto nunca. Tenía una cara hermosa y la piel tersa y hermosa y una voz preciosa y era muy simpática y realmente afable. Pero Dios mío, qué grande era. Era grande como tres mujeres.


Ernest Hemingway, "Los cuarenta y nueve primeros cuentos", 1938.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Lux et Umbra

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... Metum non habeo. Dolor fortis est et sustinet me vivum, sed metus iam non est.
... Rarum est. Tenebrae non concedet quominus istud prodeat. Scio istic esse, absconditus; me captatum exspectat, sed non audet. ¡Utinam paulum luminis esset! Me videre iuvet, etsi ante periculum me collocet. Sed non.
... Captatus sum et neminis hoc interest. Nemo hoc scit. Immutabile perget universum et ego, in tenebris caecus.
... Non queror. Peius esse possit. Verum desiderium videndi pallentem repercussum luminis pessimum supplicium est.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

T.O.C.

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... La primera vez que la vi...
todo en mi cabeza se silenció,
todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes Trastorno Obsesivo-Compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí.
¿Me lavé las manos? Sí.
¿Cerré las puertas? Sí.
¿Me lavé las manos? Sí.
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla-
la pestaña en su mejilla-
la pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella.
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra cita
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme dieciséis veces,
o veinticuatro si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba mucho tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en el sendero.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta dieciocho veces.
Yo siempre veía su boca cuando hablaba-
cuando hablaba-
cuando hablaba-
cuando hablaba-
cuando hablaba;
cuando me dijo que me amaba, su boca se curvaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches
pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas del sendero ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella;
que todo fue un error.
Pero... ¿Cómo podía ser un error que no tuviera que lavarme las manos después de tocarla?
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo-
no puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la ducha como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas-
cómo sopla las velas-
cómo sopla las velas-
cómo sopla las velas-
cómo sopla...
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez-¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que...
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas.

Neil Hilborn

domingo, 25 de agosto de 2013

Viejo violinista

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... Lloraba tu violín cuando soñaba
en la noche dormida y misteriosa...
... Yo veía morir la última rosa
que me dejara la mujer que amaba...!
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... Venías de las viejas latitudes
arrastrando tus cánticos extraños;
y pensé en las angustias que a tus años
te llenaban de raras inquietudes...
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... Tu música gemía en las canciones
del pálido Toselli en la alta noche;
y vi cómo pasaban en su coche
mis últimas y muertas ilusiones!...
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... Tenías, como yo, la gran tristeza
de saber que un camino nos espera
en la senda sin sol, que cuando muera
forjará otra ilusión en la cabeza!...
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... En el viejo violín que fue tu hermano
siempre lloran las horas más lejanas...
... No tendrás, como yo, dulces mañanas;
pues la vida fue sólo un sueño vano!...
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... Cuando lleguen al bar donde morías
abrazado al violín de tus amores
otras gentes, que no amarán las flores,
cantarán sin saber que tú sufrías.
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... Es por eso que quiero recordarte
con este verso solitario y frío.
... El dolor de tu vida ha sido el mío;
y bajo el cielo gris quiero abrazarte!...

Eduardo Moreno: Noche de luna bohemia, 1957.

jueves, 8 de agosto de 2013

Misterios (VIII)

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... Se sabe que las piedras como el cuarzo, ágata, jaspe, etc., tienen la propiedad de tomar la energía espiritual de su portador y resguardarla en su interior, para beneficio de las personas.
... El mármol, en cambio, en contacto con la piel, quita de a poco la energía vital y la conserva para sí, en una actitud de egoísmo pétreo inusitado en el mundo mineral.
... Es frecuente hallar edificios con amplias escaleras marmóreas que se han cargado varias víctimas a lo largo de los años, para desconcierto de familiares y doctores.

Relatividad de las matemáticas

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... Dice Adrián Paenza (y, como él, muchos otros también, desde los tiempos de Pitágoras) que con las matemáticas no hay margen de error.
... Bien calculados, los números no mienten -no pueden mentir-, y en la verdad última de su resultado no hay lugar para debates. Tres más tres siempre será seis. Acá, en el norte o en el Congo Belga, todo número par será divisible por dos. En todos los ámbitos, el orden de los factores no altera el producto.
... Sin embargo, en las escuelas no advierten -y las personas no lo piensan- que no todos los principios matemáticos son aplicables en la vida cotidiana.
... Si un deportista hace dos series de diez abdominales o una de veinte, el resultado físico será el mismo. Pero pagar una licuadora en una, dos o tres cuotas no dará como resultado el mismo precio. Si una persona se encuentra en Retiro y tiene que ir a Ciudad Evita, deberá tomar el 56. Pero en caso de que éste no pase, de nada sirve tomar dos colectivos de la línea 28. Sí, sumados dan 56, no hay duda, pero el recorrido no variará por esta simple e inmutable regla matemática. Indefectiblemente terminará en Puente La Noria.
... Y ahí te quiero ver.

lunes, 6 de mayo de 2013

La Carencia

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... Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia el fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.


Alejandra Pizarnik: Las Aventuras Perdidas, 1958.

miércoles, 24 de abril de 2013

Apocalipsis, I

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... La extinción de la raza de los hombres se sitúa aproximadamente a fines del siglo XXXI. La cosa sucedió así: las máquinas habían alcanzado tal perfección que los hombres no necesitaban comer, ni dormir, ni leer, ni escribir, ni siquiera pensar. Les bastaba apretar botones y las máquinas lo hacían todo por ellos.
... Gradualmente fueron desapareciendo las mesas, los teléfonos, los Leonardo da Vinci, las rosas té, las tiendas de antigüedades, los discos con las nueve sinfonías de Beethoven, el vino de Burdeos, las golondrinas, los cuadros de Salvador Dalí, los relojes, los sellos postales, los alfileres, el Museo del Prado, la sopa de cebolla, los transatlánticos, las pirámides de Egipto, las Obras Completas de don Benito Pérez Galdós. Sólo había máquinas.
... Después los hombres empezaron a notar que ellos mismos iban desapareciendo paulatinamente y que en cambio las máquinas se multiplicaban. Bastó poco tiempo para que el número de los hombres quedase reducido a la mitad y el de las máquinas aumentase al doble y luego al décuplo. Las máquinas terminaron por ocupar todo el espacio disponible. Nadie podía dar un paso, hacer un simple ademán sin tropezarse con una de ellas. Finalmente los hombres se extinguieron.
... Como el último se olvidó de desconectar las máquinas, desde entonces seguimos funcionando.

Marco Denevi: "Salón de Lectura", 1974.

martes, 16 de abril de 2013

Misterios (VII)

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... Hormigas. Seres comunitarios. Seres voraces. Seres intrépidos, infatigables, inevitables, invertebrados.
... Pesadillas de jardineros y mujeres amantes de las flores, esta especie es famosa por la capacidad destructiva de vegetación propia de su instinto. Marcan el césped con redes de caminos por los que llevan a su nido el botín obtenido en los períodos de saqueo.
... Todos ven estos senderos y saben lo que ocurrirá. Pero nadie hasta ahora ha observado que estos caminos, vistos en conjunto y desde arriba, forman símbolos que contienen las respuestas a las preguntas más profundas.

martes, 2 de abril de 2013

Canción

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... Surgen en líneas de negras vendas,
con el Asombro sobre la frente,
las insensatas, mudas Ideas,
como un galope de nuestros héroes.
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... Infla la hipérbole de los deltoides
la curva austera de una Amenaza,
soñando en lacre gritos o aullidos
sobre el decúbito de las razas.
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... La desmedida Comedia Blanca
pinta, entre risas, frío albayalde
sobre las lívidas caras enfermas,
en una brusca visión de baile.
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... Mancha de púrpura presagia el cielo
sobre el oriente de los naufragios,
y en El Espanto, las avanzadas
miran la aurora de un día trágico.
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... Acurrucada sobre los hielos
suelta la Angustia lívida risa,
mientras los muertos huyen del Polo
con la leyenda de sus pupilas.
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... Esta es la estrofa de ritmo extraño
que entona el pálido cantor del Hambre,
cuando cien garzas cruzan el frío,
sus blancas alas tintas en sangre.


Horacio Quiroga: Los Arrecifes de Coral, 1901.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Examen

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... Nunca pensé encontrarme con semejante panorama cuando abrí la puerta. Al fin y al cabo, se trataba de la casa de una jovencita soltera, tímida, apocada -según declaraciones de los vecinos-.
... La cabeza me daba vueltas. La sala de estar estaba toda revuelta, con los muebles estilo Rococó rotos, y las cortinas arrancadas. Las paredes estaban llenas de sangre.
... -Y esto no es nada -me dijo el cabo-.
... -¿Hay más todavía? -pregunté, azorado-.
... -¡Y cuánto! Deberías ver el dormitorio.
... Sin apuro, como previendo la situación, abrí la puerta y entré.

martes, 12 de marzo de 2013

Prólogo - o breves consideraciones sobre el arte de la desaparición

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... El arte de la desaparición no es nuevo sino más bien antiguo, como que se lo viene practicando desde las tiernas edades de la mitología.
... Incluso algunas de sus técnicas se han vulgarizado y hoy ya no azoran a nadie. Al contrario, estamos hasta la coronilla de gente que se va por los espejos o que se pone traslúcida y afantasmada y al fin se disuelve en el aire como la sal en el mar.
... Proliferan de un tiempo a esta parte las filtraciones a través de misteriosas hendeduras de la materia física, las huidas en la vastedad de las masas populares o por el embudo de la aceleración del progreso, está de moda la disgregación personal en el anónimo, en la burocracia y en las filas indias.
... No me hago, pues, ilusiones. Sé que las siete historias de desaparecidos que aquí ofrezco no suscitarán ninguna incredulidad. A eso hemos llegado.
... Sé más: no faltará quien diga que ya conoce varios casos idénticos al de la señorita Dafnis Ennis o al de Dálmiro Ponce.
... Con todo, a mí me parece que las siete historias, en ausencia de otros méritos, tienen el de ser francamente inverosímiles.
... Conste que no las horneó mi calenturienta imaginación sino la realidad, siempre tan fantasiosa.

Marco Denevi: Araminta, o el poder, 1982.

martes, 5 de marzo de 2013

Misterios (VI)

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... En la rotonda de Ciudad Evita vive un fantasma que no tolera que alguien tenga un registro vocal más amplio que él.
... Este espectro sólo ronda el refugio del colectivo a la noche, ya que de día hay mucha gente, algo que no soporta.
... Cuando alguien que está esperando el colectivo luego de la medianoche y antes de las cuatro de la mañana se pone a cantar y alcanza una nota más alta que el G6, el fantasma se encoleriza y lo rapta, llevándoselo a un lugar que sólo él conoce, y no se lo vuelve a ver nunca más.
... Al contrario de lo que se podría pensar, esto ocurre con una frecuencia inusitada.

3000'

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... Nadas, corres... nadas por el filo de anís...
Obnubilado, decides tu costado y yo más...
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... Saliendo de este oscuro pasaje
habiendo más opciones que elegir, que decidir;
haciendo o no el bien, aseando al compromiso
aseándolo más...
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... Alta la noche y cerrada,
pero huele a lluvia este viento...
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... Y si son dos días de asumir sin parar,
y si son tres cruces que no voy a soltar,
y que sean tres mil minutos de paz;
escandaloso final, el mar ya no sabe a sal...
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... No... así... vas a hacerme mal...
y no vas a volver en vida
para mí...
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... Alta la noche y cerrada,
pero huele a lluvia este viento...
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... Y si son dos días de asumir sin parar,
y si son tres cruces que no voy a soltar,
y que sean tres mil minutos de paz;
escandaloso final, el mar ya no sabe a sal...
El mar ya no sabe a sal...
El mar ya no sabe a sal...

Guillermo Posse

viernes, 15 de febrero de 2013

Misterios (V)

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... Según la sabiduría antigua, quien tenga una planta de Hortensias en su jardín no verá nunca a sus hijas en el tierno vínculo matrimonial.
... En el mismo orden de cosas, quienes posean un ejemplar de Azalea doble en una maceta de terracota serán proclives a sufrir calambres en el tobillo izquierdo a partir de los treinta y cuatro años de edad.

jueves, 7 de febrero de 2013

Mártir

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... Abstracciones esenciales giran en mí
como torbellinos de agua helada.
... Mantos de frescura eterna
abrigan mi serenidad.
... Cosmos infinitos de luz
vislumbran mi cadenciosa amplitud.
... Brillo inmutable de azul
se apodera de mi maldición.
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... ¿Correr o no correr?
Es la eterna pregunta de mi ser,
es la constante duda del hacer,
es la llama candente del placer.
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... ¿Morir o no dejar?
Es la fuerza de mi voluntad
que no ceja nunca de actuar,
que no abandona mi dolor.

viernes, 1 de febrero de 2013

Biografía de un hombre común

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... Nació una fría mañana de abril, cuando el reloj daba las tres y veinte de la tarde.
... Vivió (como pudo).
... Murió.

jueves, 31 de enero de 2013

Misterios (IV)

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... En el quinto piso del edificio de Avenida Rivadavia al 1878, hay un departamento cuyo piso ostenta una mancha de sangre perteneciente al Sumo Pontífice Pío IX señalando el lugar en el que fue asesinado.
... Esto es negado por historiadores devotos, quienes aseguran que este edificio no estaba construido a la muerte de dicho Papa y que, por añadidura, Pío IX murió de causas naturales.

Máquinas

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... Hay que tener cuidado con las máquinas de escribir. Son tremendamente engañosas. Bajo su apariencia inocente e impertérrita se esconden almas paradójicamente egoístas.
... Ellas ponen el esfuerzo, los materiales y la tecnología, y el escribiente pone la imaginación. Pero las máquinas son increíblemente celosas. No quieren reconocer que hay algo que les es imposible aportar, y lo niegan. Asumen que es su intelecto el que crea lo que se escribe, y que una fuerza misteriosa lleva esa idea a la mente del escribiente.
... Esta es una mentira que se dicen a ellas mismas para poder descansar tranquilamente en su maletín por las noches. pero a veces no es suficiente.
... Muchas veces tienen que hacer frente al reconocimiento de algún escritor (reconocimiento del que son descaradamente excluidas). Es entonces cuando hay que tener cuidado.
... Porque se sabe de casos en que autores fueron hallados muertos inexplicablemente en sus domicilios, sin signos de violencia, y con las manos colocadas sobre la máquina de escribir, como si se hubieran dispuesto a materializar una idea justo en el momento del deceso.
... Obviamente, nunca se pudo probar nada en contra de estas máquinas frías y silenciosas, pero en su sonrisa férrea se deja entrever el secreto regocijo de un trabajo bien realizado.

sábado, 19 de enero de 2013

Misterios (III)


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... En la industria discográfica, todo disco reproducido en sentido contrario deja escuchar un mensaje satánico que insta al oyente al asesinato y otras acciones salvajes.
... La única excepción a esto son los discos de Diamanda Galás, que deja escuchar el mismo tipo de mensajes, pero en el sentido de reproducción normal.

Los treinta y ocho asesinatos y medio del Castillo de Hull


I
Planteamiento del problema
Una carta y un ponche
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... Al día siguiente, muy de mañana, me dirigí a casa de Sherlock Holmes, cuando advertí dos cosas singulares: que me había puesto una corbata repugnante y que los transeúntes con que me topaba al paso devoraban ansiosamente los periódicos de la mañana. Mirando con atención y serenidad crítica mi corbata, pensé: "¡Algo gordo sucede! Pues si no ocurriera algo gordo, los transeúntes no devorarían los periódicos de la mañana ansiosamente, sino que se dedicarían a contemplarme la corbata entre carcajadas salvajes." Porque, en efecto, mi corbata era la tira de tela más intolerable que saliera del establecimiento de E. T. Burns (Atkinson Royal Irish Poplin Made en Dublin - Ireland), fabricante de corbatas. Y, de otra parte, de no suceder algo gordo, ¿por qué iba a haberme escrito Sherlock Holmes? Sherlock me había enviado una carta inesperada e incomprensible:
... "Querido Harry: anticipe usted la hora de venir a verme, acudiendo inmediatamente a mi casa. Ha surgido un problema que merece nuestra atención más concentrada. Traiga consigo dos pesas de 70 libras cada una; es imprescindible que haga usted el camino a pie y a una velocidad media de veintiocho toesas por hora.- S. H."
... Mi primera decisión, al recibir aquellas extrañas líneas, fue arrojarme del lecho, pues me sorprendieron en un resuelto decúbito supino; en seguida me agarré a un tratado de medidas internacionales para averiguar el tamaño de la toesa francesa y saber a qué velocidad debía ponerme en marcha hacia el domicilio de Sherlock; luego telefoneé a la Real Sociedad Gimnástica Británica, pidiendo las dos pesas de 70 libras, y por último, me afeité denodadamente y me vestí de un modo vertiginoso, lo que explica el que me pusiese aquella corbata infecta.
... Sería ocioso añadir que, cumpliendo fielmente las órdenes de Sherlock Holmes, recorrí las veintiséis toesas que me separaban de la casa del detective, las cuales resultaron ser exactamente veintisiete kilómetros y medio; y como las recorrí a pie y provisto de las dos pesas, aun será más ocioso añadir que llegué jadeando a 57, Baker Street.
... Al entrar en el piso del maestro, hallé a éste conversando con un caballero de sesenta años, dos meses y un día. Pero yo no estaba para fijarme en detalles: iba tan rendido, que tiré las pesas y me derrumbé en un diván, donde dormí por espacio de seis horas. Ni Sherlock ni su visitante interrumpieron mi sueño, porque, según supe más tarde, las pesas que tiré al entrar fueron a parar a sus respectivas cabezas, lo que provocó en ambos ese divertido estado de inconsciencia, conocido deportivamente por K. O. técnico, en el que persistieron durante cinco horas y cincuenta y ocho minutos. Al cabo de ese tiempo, Sherlock me despertó, me tanteó el biceps de los dos brazos y habló así:
... -All right! Veo, Harry, que está usted fuerte. Quizá necesitemos pronto del vigor de sus brazos, y si le he hecho venir a pie, de prisa y trayendo una pesa de 70 libras en cada mano, ha sido precisamente para que usted se robusteciera lo más rápidamente posible.
... Y agregó a guisa de resumen:
... -To be or not to be! 1).
... A continuación señaló una mesita enana que se hallaba junto al diván, y concluyó:
... -Conseguido mi objeto, tómese ese ponche que ha preparado especialmente para usted la señora Hudson, y ayúdeme a escuchar a este caballero.
... Y me indicó al señor de los sesenta años, dos meses y un día.
... -¿Qué tengo que hacer para ayudarle a usted a escuchar a este caballero, maestro?
... -Nada.
... -Entonces verá usted qué bien lo hago.
... Y para escuchar a aquel caballero, me dispuse a no hacer nada. En cambio, para tomarme el ponche tuve que apretarme la nariz con los dedos y echármelo al coleto de un golpe, porque la verdad es que el ponche me da asco desde tres semanas antes de nacer Juan Sin Tierra.
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1) "El tiempo es oro"; ya se ha dicho.


Enrique Jardiel Poncela, Cinco kilos de cosas, 1945